martes, 31 de julio de 2007

Mentes maravillosas



La biografía de Norbert Wiener es la historia de uno de los matemáticos más importantes del siglo XX y una de las personas más despistadas que han existido.Entre otras muchas anécdotas, se cuenta en ella que en cierta ocasión su familia se mudó de casa. Su esposa, conociéndole, decidió mandarle al Instituto de Tecnología de Massachussets, donde trabajaba, para poder quedarse tranquila y encargarse de la mudanza. Le repitió cientos de veces (quizás más) que se acordara que ese día se cambiaban de casa. Y, por si acaso, le dio una hoja de papel con la nueva dirección…Desgraciadamente, el profesor Weiner uso este papel para resolverle por la otra cara una duda a un estudiante. Cuando volvió por la tarde a su casa, por supuesto, se olvido de que se habían mudado. Su primera reacción al llegar a su antiguo hogar y verlo vacío fue la de pensar que le habían robado… De repente, recordó lo de la mudanza. Como tampoco conseguía recordar a donde se habían mudado y no tenia el papel, salió a la calle bastante preocupado, y vio una chica que se acercaba. Se acercó a la muchacha y le dijo: “perdone, pero es que yo vivia aqui antes y no consigo recordar…” Sin dejarle acabar, la chica le respondió: “No te preocupes, papá: mama me ha mandado a recogerte”
Quizás la anécdota sólo sea un collage de algunas de los muchos despistes de los que fue protagonista este hombre. Pero leyendo biografías de matemáticos la conclusión parece inevitable: algo hay en este gremio que les hace especialmente proclives a desentenderse del mundo y convertirse en sabios despistados. La teoría de Gardner, un investigador que nos habla de los múltiples tipos de inteligencia, puede ayudarnos a entender el porqué.Según este autor, no existe una inteligencia general que sirva para todo. Su teoría es que existen diferentes inteligencias y cada una de ellas requiere de un determinado tipo de cualidades. La inteligencia matemática, por ejemplo, requiere gran capacidad de concentración en la tarea: el cerebro debe estar ocupado en un solo problema, encontrar una solución definitiva y, después, pasar al siguiente.Sin embargo, para la inteligencia práctica, la de la vida cotidiana, la cualidad que se necesita es justo la contraria. Lo que se requiere es una mente capaz de atender a muchos problemas a la vez, porque ninguno de ellos se puede resolver inmediatamente y si nos centráramos en uno jamás haríamos nada por los demás asuntos.
Es decir, en las matemáticas se necesita una mente focalizadora y en la vida práctica una mente dispersa. Obviamente, es difícil tener las dos. El cerebro funciona así: elige caminos que son adaptativos para determinado tipo de problemas pero completamente inútiles a la hora de resolver otros. En fin, que parece difícil hacer una mudanza y avanzar, a la vez, en una investigación matemática.

No hay comentarios: